Protagonistas de la Pasión

Desde que comienza la semana santa hasta cuando termina, si se suman las procesiones en las que intervienen los Nazarenos, el paso grande con sus más de 3 toneladas descansa sobre sus hombros por más de 14 horas, sin contar con los pasos pequeños, otras doce; andan más de 200 cuadras durante 4 días; asisten a 12 misas solemnes, y además deben mantener en cintura al pueblo para que en su afán de ver las imágenes, tocarlas y cargarlas no las destruyan.

Además de todo esto, mientras la población acude a los sitios programados, muchas veces ni siquiera advierten que los Nazarenos durante las noches trasladan las imágenes de un lugar a otro. No se trata tan sólo de cargar, tarea de titanes, sino de apersonarse de pequeños detalles, en los cuales los Nazarenos y sus familias se entregan con diligencia sin que nadie tenga que obligarlos. Aunque quisieran no pueden eludir la responsabilidad, pues es obligación llevar puestos sus hábitos completos desde el Jueves Santo, cuando comienza la ceremonia de iniciación de los nuevos hermanos hasta cuando termina el Sermón de las Siete Palabras.

Una cosa es ponerse de espectador, y otra es estar bajo el paso grande; allí sólo los fuertes de carne y espíritu se mantienen en pie. Sólo los Nazarenos pueden, cuando llevan tantas toneladas encima, seguir los pasos de la tradición: tres adelante, dos atrás, pues cuando lo entregan al pueblo, los voluntarios, con mucho fervor y fortaleza pero sin disciplina espiritual, en vez de caminar se ven obligados a correr, dando más de los pasos reglamentarios hacia adelante, atrás o a los lados. El paso grande es tan pesado que si lo sostienen ocho Nazarenos fuertes, no pueden resistirlo quince o veinte voluntarios. Se da el caso que alguno de los que va en las esquinas falla y cae; los Nazarenos deben estar atentos para reemplazarlo y poner orden.

 

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